El manejo de cicatrices es una parte fundamental en la rehabilitación física, especialmente en pacientes postquirúrgicos, quemaduras o lesiones traumáticas. Las alteraciones en la movilidad, la sensibilidad y la elasticidad del tejido cicatricial pueden afectar la función, generar dolor y limitar el movimiento. En los últimos años, la tecarterapia —una modalidad basada en radiofrecuencia de transferencia capacitiva y resistiva (TCR)— se ha convertido en una de las técnicas más efectivas para mejorar la calidad del tejido, acelerar la regeneración y optimizar los resultados clínicos.
Fisiología de la cicatriz y desafíos terapéuticos
Las cicatrices presentan características biomecánicas distintas al tejido sano: menor elasticidad, desorganización de fibras de colágeno y adherencias profundas que alteran la movilidad funcional. En fases iniciales pueden ser dolorosas y sensibles, mientras que en etapas tardías pueden endurecerse y generar retracciones. Estos cambios afectan la dinámica miofascial y pueden comprometer funciones esenciales como estiramiento, fuerza, movilidad fina o gestos biomecánicos complejos. Por ello, es necesario un abordaje terapéutico que actúe no solo en la superficie, sino también en planos profundos.
Cómo actúa la tecarterapia en el tejido cicatricial
La tecarterapia utiliza corrientes de alta frecuencia que generan un aumento controlado de temperatura endógena en los tejidos. Este estímulo produce efectos biológicos clave para el manejo de cicatrices:
Biomodulación celular, con incremento de fibroblastos funcionales.
Reorganización de fibras de colágeno, favoreciendo la elasticidad y disminución de retracciones.
Aumento de la vascularización, lo que mejora el metabolismo tisular y acelera la maduración de la cicatriz.
Reducción del dolor mediante regulación de aferencias nociceptivas.
Aumento de la extensibilidad tisular, facilitando la liberación de adherencias y mejor respuesta a técnicas manuales.
La combinación de modos capacitivo y resistivo permite trabajar tanto en tejidos superficiales como profundos, lo que la convierte en una herramienta sumamente versátil.
Evidencia clínica y aplicaciones en diferentes tipos de cicatrices
La literatura científica muestra que la tecarterapia es eficaz en cicatrices hipertróficas, fibrosis postquirúrgica, adherencias profundas y cicatrices dolorosas. En cirugías como cesáreas, artroscopías, reparaciones tendinosas o mastectomías, la aplicación temprana —en fase subaguda— facilita la organización del tejido y reduce la formación de fibrosis. En cicatrices maduras, la combinación de calor profundo con técnicas manuales específicas (masaje transverso, liberación miofascial, movilización del tejido blando) potencia la remodelación tardía del colágeno y mejora la función regional.
Integración de la tecarterapia en un protocolo de rehabilitación
El abordaje óptimo de cicatrices incluye un plan multimodal. La tecarterapia se integra perfectamente con:
Técnicas manuales
Movilización activa del tejido cicatricial.
Ejercicio terapéutico progresivo para recuperar tensión, deslizamientos y función.
Neuromodulación mediante trabajo propioceptivo en cicatrices sensibles o hipoestésicas.
Cuidado domiciliario (cremas hidratantes, automasaje, educación en protección).
Dependiendo del tipo de cicatriz, la zona corporal y el tiempo de evolución, la dosificación puede orientarse a efecto térmico, biomodulación o disminución del dolor, adaptando el modo capacitivo o resistivo según el objetivo.
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