Cuando recibo en consulta a un paciente con retardo en la consolidación ósea, uno de los principales retos que enfrentamos como fisioterapeutas es cómo estimular ese proceso biológico para favorecer la cicatrización del hueso y, al mismo tiempo, mantener la funcionalidad del segmento afectado.
En mi práctica profesional he aprendido que la intervención temprana, la selección adecuada de agentes físicos y el trabajo interdisciplinario son claves para marcar la diferencia en estos casos.
El desafío
El hueso, al igual que otros tejidos, atraviesa fases de cicatrización muy bien definidas: inflamación, reparación y remodelación. Sin embargo, cuando este proceso se interrumpe o enlentece, aparece lo que conocemos como retardo de consolidación.
Entre los factores que lo condicionan están la edad, el estado nutricional, enfermedades como la diabetes, tabaquismo, inadecuada estabilidad mecánica y, en algunos casos, la magnitud de la lesión.
Como fisioterapeutas, no tenemos la capacidad de modificar todos estos factores, pero sí podemos intervenir en el entorno biológico del tejido óseo utilizando agentes físicos que estimulen la reparación.
Agentes físicos y su impacto en la consolidación ósea
Pongo como ejemplo la magnetoterapia de baja y alta potencia; este recurso ha ganado terreno en los últimos años, y no es casualidad: al generar una mejorar la microcirculación, lo que crea un entorno más favorable para la reparación tisular, estimula la actividad osteoblástica y la síntesis de matriz ósea. Lo utilizo especialmente en fracturas con riesgo de no consolidar o en pacientes con factores de riesgo metabólico.
Otro agente físico con resultados favorables es el láser, pues aporta energía fotónica que las células pueden convertir en actividad metabólica. En hueso, se ha descrito un aumento en la proliferación osteoblástica y una mejor organización del tejido. Lo empleo como complemento en fases tempranas, sobre todo cuando la inflamación y el dolor limitan la movilización del segmento.
El uso de TECAR genera efectos de estimulación metabólica, pues mejora la permeabilidad de la membrana celular, favorece la actividad de ostebolastos y estimula los procesos de osteogenesis, además de mejorar la vascularización; al igual que el laser genera un efecto antiinflamatorio y estimula el tejido blando adyacentre
Más allá de los agentes físicos
Si bien estas herramientas son valiosas, no debemos olvidar que el movimiento controlado y progresivo es esencial para guiar la consolidación. Siempre que la estabilidad del hueso lo permite, introduzco ejercicios de carga gradual, porque el estímulo mecánico es uno de los factores más potentes para la remodelación ósea.
Por supuesto, esto requiere una estrecha comunicación con el equipo médico: traumatólogos, nutriólogos y, en algunos casos, endocrinólogos. Solo de esta manera garantizamos una intervención integral que aborde tanto el entorno biológico como el funcional.
Como fisioterapeuta, me motiva ver cómo los avances en agentes físicos nos permiten acompañar de manera más efectiva a los pacientes con retardo en la consolidación ósea. No se trata de depender únicamente de una máquina, sino de integrar la tecnología con la fisiología, el movimiento, el trabajo interdisciplinario y sacar provecho de estas herramientas, los agentes físicos para facilitar el proceso de rehabilitación de nuestros pacientes
El hueso, necesita estímulos: eléctricos, mecánicos, fotónicos o magnéticos. Nuestro papel es identificar cuáles son los adecuados en cada caso, aplicarlos con criterio clínico y medir objetivamente los avances.
La consolidación retardada no debe ser vista como un obstáculo definitivo, sino como un desafío clínico que podemos abordar con ciencia, experiencia y creatividad terapéutica.
Te invito a compartir este post, visitar y conocer nuestras redes y descubrir los agentes físicos que potenciarán tu práctica clínica