El dolor musculoesquelético (DME) es una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, con un impacto significativo en la calidad de vida y en los sistemas de salud. En las últimas décadas, la fisioterapia ha evolucionado desde un enfoque pasivo a uno activo, siendo el ejercicio terapéutico pieza clave del tratamiento en conjunto con otras modalidades como los agentes fisicos.
En este blog revisaremos la evidencia más reciente sobre el uso del ejercicio como herramienta principal en el manejo del DME y cómo los profesionales de la salud pueden integrarlo de manera efectiva en su práctica clínica.
¿Por qué el ejercicio terapéutico?
Numerosos estudios respaldan el uso del ejercicio como una intervención eficaz, segura y costo-efectiva para una amplia gama de condiciones musculoesqueléticas, incluyendo:
- Lumbalgia inespecífica
- Cervicalgia
- Osteoartritis
- Tendinopatías
- Dolor de hombro
- Dolor persistente postquirúrgico
Además, el ejercicio no solo mejora el dolor y la función física, sino que también actúa sobre factores psicológicos y sociales, clave en un enfoque biopsicosocial.

Principios del ejercicio basado en evidencia
Para que el ejercicio terapéutico sea efectivo, debe cumplir con ciertos principios:
- Individualización: Cada paciente es único. La dosificación debe adaptarse al nivel funcional, diagnóstico, comorbilidades y objetivos personales.
- Progresión gradual de la carga: La evidencia apoya el uso de cargas progresivas, tanto en tendinopatías como en patologías articulares, para generar adaptación sin agravar los síntomas.
- Educación del paciente: Explicar el proceso de recuperación, el rol del dolor y los beneficios del ejercicio mejora la adherencia y reduce el miedo al movimiento (kinesiofobia).
- Control de síntomas, no evitación completa: El ejercicio puede realizarse con dolor tolerable. Estudios indican que trabajar con niveles de dolor hasta 4/10 en la escala EVA puede ser seguro y efectivo.

Guías clínicas y recomendaciones
Organismos como NICE (UK), American College of Physicians (ACP) y Fisioterapia Basada en Evidencia (PEDro) coinciden en colocar el ejercicio como primera línea de tratamiento no farmacológico para DME.
Por ejemplo:
Lumbalgia aguda o crónica: se recomienda ejercicio supervisado (fuerza, aeróbico, movilidad), combinado con educación sobre el dolor y la activación progresiva.
Osteoartritis de rodilla o cadera: ejercicio de fortalecimiento y aeróbico es más efectivo que tratamientos pasivos, incluso más que fármacos a largo plazo.
Entendiendo esto, si logramos combinar el efecto activo del ejercicio, con los beneficios biológicos de diversos agentes físicos sobre el tejido, tendremos como resultado un resultado potenciado sobre el dolor musculo esquelético.
El ejercicio terapéutico, cuando se prescribe de forma adecuada y personalizada, es una de las herramientas más poderosas que tenemos en el tratamiento del dolor musculoesquelético. Tanto fisioterapeutas como médicos debemos trabajar de manera coordinada para educar al paciente, prescribir movimiento, usar agentes físicos en el momento oportuno y cuando el paciente lo requiere, evitando así la cronificación.
Recomendación final: adoptemos una práctica activa, basada en evidencia, donde el paciente sea el protagonista de su recuperación.
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